(10/02/16)
Homilía predicada por el Capellán Mayor del Ejército,
Pbro. Oscar Ángel Naef en el edificio Libertador, sede del Estado Mayor General
del Ejército Argentino.
Un
signo que renovamos cada año es la imposición de las cenizas el miércoles en el
cual se inicia el camino de la Cuaresma como tiempo de gracia y conversión. Ese
camino tendrá su momento culminante en la Semana Santa donde acompañaremos al
Señor en su Pasión, muerte y resurrección.
Con
ese signo penitencial de las cenizas no solo acompañaremos de un modo
penitencial los misterios de la vida de nuestro salvador sino que también se
dará un camino interior en cada uno de nosotros que tendrá como resultado
nuestro cambio de vida en la medida en la cual seamos dóciles a la acción del
Espíritu de Cristo, al Espíritu Santo que es capaz de hacer nuevas todas las
cosas.
Especialmente
en este Año Santo de la Misericordia el Papa Francisco nos invita a profundizar
nuestros gestos de reconciliación con Dios, con los hermanos y como comunidad.
Muchas veces nuestros corazones están resentidos o heridos en la fragilidad que
caracteriza al hombre y es necesario tomar con espíritu de Fe esta realidad y
confiar en que se hará realidad la que nos recuerda el Apóstol Pablo:
“Jesucristo murió en la cruz para que nuestros corazones sean sanados”.
Por
este motivo la Cuaresma es el momento más oportuno para marchar con paso firme
al Sacramento del Perdón y dejarnos tocar interiormente por la reconciliación.
La iniciativa es de Dios misericordioso, pero la respuesta será nuestra.
No
olvidemos que este camino tiene un final y ese término es la resurrección, la
Vida nueva que Jesús nos consiguió y nos ha prometido. Marchemos confiados por
el camino de la misericordia. Amén.