(24/09/16) Mensaje
del Capellán Mayor del Ejército, Pbro. Oscar Ángel Naef, con
motivo de la celebración del día de la Virgen de la Merced, Patrona
y Generala del Ejército Argentino.
Ha llegado una fecha
emblemática para todo quien se siente Soldado Argentino. Desde el
gesto del General D. Manuel Belgrano entregando su bastón de mando a
la Virgen en Tucumán y en cada rincón donde hay tropa desplegada o
en Guarnición, también en nuestros días los hombres y mujeres del
Ejército reconocemos en la Virgen de la Merced una Madre que nos
acompaña y nos protege en el camino de la vida.
De un modo especial
este año la Virgen Generala nos ayuda a vivir en el misterio de la
misericordia divina. Así, el Año Santo de la Misericordia convocado
por el Papa Francisco puede ser recorrido de la mano de Nuestra
Patrona pues es ella quien nos introduce en la experiencia
sobrenatural de olvidarnos de nosotros mismos y abandonarnos en el
Señor.
Ese santo olvido es
la puerta hacia la verdadera sabiduría que hace comprensible lo
incomprensible, que nos ubica frente al misterio del amor
misericordioso de Dios que hace nuevas todas las cosas.
Es la misericordia
del Señor quien nos da a la Virgen por Madre. Es su misericordia la
que nos da a su Hijo como redentor. Es su misericordia la que
engendra en nuestros corazones la vida nueva de la caridad que nos
hace ser “Misericordiosos como el Padre”.
María de la Merced,
redentora de cautivos, nos quiere devolver a Dios, hacernos recobrar
la felicidad cotidiana de quien experimenta la salvación. Y para
ello nuestra Madre nos quiere rescatar de aquello que descentra
nuestra vida. Ya que el centro es sólo Dios, el Cristo crucificado,
muerto y resucitado.
Para volver a ese
centro necesitamos la misericordia del Señor para que ella renueve
nuestro espíritu y nos haga capaces de aceptar que separados de su
omnipotencia no somos nada ni podemos esperar nada, porque solo con
Él “todo lo podemos”.
Este Año Santo es
un llamado a renunciar a nosotros mismos y abandonarse a la voluntad
de Dios empeñados en el trabajo de ser los mejores instrumentos para
cumplir con vocación la misión recibida de lo alto.
De ese modo lo
entendieron aquellos grandes hombres como San Martín, Belgrano o
Liniers que pusieron los cimientos a la Nación Argentina. Y no por
deseo humano sino por convicción sobrenatural recibida de María
Nuestra Madre.
Estos bienes
sobrenaturales se le conceden al Soldado Argentino también hoy
cuando se produce ese abandono de sí mismo en las manos de Nuestra
Patrona y en premio a la renuncia absoluta de sí mismo y a la total
entrega a Dios por su Madre.
Solo así los
próceres salieron a la conquista de la libertad de nuestro pueblo.
Viviendo la causa nacional con abnegación y en unión con Dios; lo
cual se podía observar en el fervor de sus luchas, y la sencillez y
austeridad de sus vidas.
Soldado de mi
tierra, conquista la misericordia de Dios de la mano de María. Sirve
a tu Patria en la vocación que has recibido del Señor con entrega y
profesionalismo uniendo tu alma a Dios.
Feliz Día de
Nuestra Madre y Patrona, Virgen de la Merced.