Homilía en la Santa Misa con motivo de la finalización del año militar y en preparación a la Santa Navidad


22 de diciembre 2016. Celebración de la Santa Misa para el Personal Militar y Civil del Estado Mayor General del Ejército y Elementos con asiento en el Edificio “Libertador”, por el Capellán Mayor del Ejército, Pbro. Oscar Ángel Naef con motivo de la finalización del año militar y en preparación a la Santa Navidad. Realizada en el Salón "San Martín" del Edificio "Libertador". Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Querido hermanos: El fin de año y el tiempo de la Navidad es siempre un momento de reflexión. El Evangelio nos ayuda a orientar nuestra pregunta interior. Los relatos del nacimiento del Hijo de Dios en el tiempo de los hombres nos sensibiliza de un modo muy especial, nos conmueven mostrándonos a Dios hecho niño para que nos atrevamos a amarlo. Y surge casi necesariamente la pregunta sobre “qué pasaría si María y José llamaran a mi puerta ¿Habría lugar para ellos?” El Evangelio de San Juan sentencia que (Jn 1,11): “Vino a su casa y los suyos no lo recibieron”.
El pensamiento moderno y post-moderno parece no dejarle lugar. Pero tampoco en nuestro tiempo personal aparece claro un lugar para el Señor, muchas veces lo postergamos o lo sacamos de nuestro espacio interior. De algún modo hacemos que Dios sea un extranjero en nuestro corazón y en nuestra vida.
Lamentablemente nos acostumbramos a confiar sólo en nuestras fuerzas.
Miremos, sin embargo, cómo El ha estado presente en nuestro año que termina. Cómo El nos ha colmado de beneficios.
Tal vez la tarea ha resultado difícil y agotadora, pero nuestro año transcurre en paz. De alguna manera se cumple aquello que cantan los ángeles en Navidad: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres amados por El.”
Constatamos que por gracia de Dios comienza a revertirse una lectura perversa de la realidad y ya nadie puede poner en tela de juicio que nuestra Institución es parte de una Nación democrática y que tiene un rol definido dentro del estado, que permite asegurar la soberanía y la paz. Además nuestros hombres y mujeres han ocupado su tiempo del año para cumplir con sus obligaciones, haciendo realidad una vocación que viene de lo alto. Pero también hemos visto concretarse un nuevo espacio para que los presos cumplan con la ley en un lugar que les permite vivir con dignidad la vejes de sus gastados años.
Demos gracias al Señor y convirtamos el corazón para que la Navidad encuentre nuestra alma como un digno Belén donde nazca la salvación que es Cristo, el Señor. Amén.