(05/09/16) Mensaje del Capellán Mayor del Ejército, Pbro. Oscar Ángel Naef con motivo de la visita de la Imagen de la Virgen de la Merced, Patrona y Generala del Ejército Argentino al Comando de Adiestramiento y Alistamiento del Ejército y al Batallón de Ingenieros 601.
En este Año Santo de la Misericordia la visita de la Imagen de la
Merced a las Unidades adquiere una importancia peculiar. El significado del
título mariano de la “Merced” tiene como acepción primordial el de la
“misericordia”.
Dicho título de la Merced se remonta a la fundación de la Orden
Religiosa de los Mercedarios en 1218, en Barcelona, España. En aquellos días
muchos cristianos permanecían cautivos en manos de los moros invasores de la
península ibérica y en su desesperación estaban en peligro de abandonar la Fe.
La Virgen, nuestra Madre, dándose a conocer a San Pedro Nolasco como La Merced,
quiso manifestar su misericordia hacia esos cautivos por medio de dicha orden
dedicada a atenderlos y liberarlos.
Así se dieron por la intercesión de la Virgen innumerables gracias que
permitieron la libertad de cautivos siendo de algún modo una prolongación en la
historia de aquellas características que en época de Jesús distinguieron la
vida de la Madre del Señor, Madre de misericordia.
Si hacemos memoria de la Sagrada Escritura encontramos en el Segundo
Capítulo del Evangelio de San Juan aquel episodio conocido como las Bodas de
Caná a la cual estaban invitados Jesús y su Madre y es la Virgen quien al
descubrir una necesidad de aquellos novios le dice al Señor: “No tienen vino”.
Es dios quien poniendo a su lado a la Virgen le deposita su confianza y le
otorga un corazón capaz de captar anticipadamente, en aquellos que el Señor
pone a su lado, la necesidad. Para ella, nuestra Madre, no solo ha sido llamada
a ser instrumento de la misericordia sino también a ser discípula de quien es
la Misericordia, por eso le dirá a los servidores presentes en la fiesta de
bodas en Caná de Galilea: “Hagan todo lo que Él les diga”.
Luego de estas breves consideraciones los convoco a aprovechar esta
visita para renovar el espíritu de fe y pedirle a María de la Merced aquello
que esperamos de la Misericordia de su Hijo confiados en que Ella lo
conseguirá. Pero además oremos para que cada uno de nosotros en su familia, en
su puesto de trabajo o donde sea, sirva al Señor como discípulo de la
Misericordia.
Amén.