Ciertos modos tradicionales de entender la obra redentora de Cristo

11 de febrero de 2017. Conferencia presentada por el Capellán Mayor del Ejército Argentino, Pbro. Oscar Ángel Naef,  a los Capellanes de Ejército. 

Introducción
Trataremos sobre algunos aspectos presentes en el documento titulado Cuestiones selectas sobre Dios Redentor, de la Comisión Teológica Internacional (1994). El objetivo que presenta el texto es: “afrontar algunos problemas selectos en la teología de la redención que se plantean hoy con particular fuerza en la Iglesia" (I, 41).[1]
En cuanto al orden de este trabajo, presentaremos rápidamente el texto y luego, nos ocuparemos de uno de los temas especiales que allí aparecen: la problemática moderna entorno de "ciertos modos tradicionales de entender la obra redentora de Cristo en términos de compensación o castigo por nuestros pecados" (I, 40)[2].

Orden temático en el documento en cuestión
El documento está dividido en cuatro partes. La primera trata de la condición humana y de la realidad de la redención. La segunda parte presenta un estudio de la perspectiva bíblica. En la tercera asume el camino histórico del tema, destacando algunos elementos que considera salientes: Padres y teorías más recientes: Edad Media, Reforma y Contrarreforma, el protestantismo liberal, movimientos del siglo XX, recuperación de la tradición primitiva. En la cuarta parte expone las perspectivas sistemáticas.

Aspectos presentados en la interpretación del tema bajo los conceptos de satisfacción y castigo
Al tratar de la condición humana y la realidad de la redención, el texto asume los siguientes espacios de reflexión: a) doctrina cristiana de la redención y su relación con la condición humana[3]; b) comprensión de la redención de las religiones mundiales[4]; c) confronta la doctrina con el mundo moderno.[5]
La primera problemática fuerte está planteada en el campo de las malas interpretaciones de la doctrina clásica, que en la visión histórica aparecen especialmente conectados con los reformadores protestantes que "no distinguieron, como Anselmo había hecho, entre las alternativas de satisfacción y castigo".[6] Podríamos decir que pretende rectificar ciertas desviaciones o deformaciones que se han ido produciendo a lo largo de los siglos en la explicación sacrificial, redentiva y satisfactoria. Estas deformaciones ensombrecen el rostro amoroso del Padre y la gratuidad de su obra y de su perdón. Quizás por esto el título en vez de 'Cristo Redentor', que era usado en uno de los tratados de la neoescolástica, se formula como 'Dios Redentor', donde no aparece la tensión de la obra satisfactoria del Hijo. Y en su presentación sistemática (parte IV) la categoría de la satisfacción es tímidamente presentada, aunque la ha tratado largamente en la parte histórica. También se percibe que el documento quiere mostrar, desde la fe, una visión positiva de la situación humana, respondiendo pluralismo actual.[7]
Al comenzar la reflexión marca el criterio de lectura, dice: "perfilando la auténtica doctrina cristiana sobre la redención y su relación con la condición humana" (I, 1). Lo primero es que Dios es el autor de la redención. Aunque atiende a nuestra necesidad, no es una simple proyección de ella. También en la doctrina de la creación se parte de que "Dios creó todas las cosas, y a los seres humanos a su propia imagen, y halló que su creación era 'muy buena' (Gn 1, 31)" (I, 3). En cambio, si partimos de nuestra propia historia, "la actividad humana no resulta tan evidentemente 'buena' como la creación de Dios" (I, 3).
Encontramos luego un cuidadoso examen valorativo que dará el marco de las respuestas. La imagen de Dios en la persona humana nunca ha sido totalmente desarraigada o destruida ni los pecadores han sido abandonados por el amor redentor de Dios. "La fe cristiana está, por ello, atenta, por una parte, a no divinizar o idolatrar los seres humanos a causa de su grandeza, de su dignidad o de sus conquistas, y, por otra, a no condenarlos o anularlos por sus fallos y delitos" (I, 4).[8] Las conquistas del hombre son valoradas positivamente y se invita a los cristianos y a todos a que organicen el mundo y la sociedad en forma más humana. La fe cristiana ilumina la condición humana. "En primer lugar, la fe subraya que el mal aparece ya siempre presente en la historia y en la humanidad: el mal trasciende y precede todas nuestras responsabilidades individuales y parece proceder de 'poderes' e incluso de un cierto 'espíritu' que están presentes antes de que actuemos, y, hasta cierto punto, son externos a toda conciencia y voluntad personales que actúan aquí y ahora. En segundo lugar, la fe señala que el mal y la aflicción que afectan a la condición histórica de los seres humanos tienen también, e incluso en una amplia medida, su origen en el corazón de los seres humanos..." (I, 8s).[9]  “Pero la iniciativa divina de un movimiento de amor hacia la humanidad pecadora es una característica constante del comportamiento de Dios con respecto a nosotros antes y dentro de la historia, y es el presupuesto fundamental de la doctrina de la redención" (I, 10). Para la tradición cristiana, el mal "no se agota en absoluto con lo que se llama malum culpae (el mal moral), sino que comprende también el malum poenae (el sufrimiento)..." (I, 13).
Terminado este esbozo sobre el modo como la redención cristiana ilumina la condición humana, el documento pasa a completarlo con la valoración del modo en que los hombres ven su propia condición, partiendo por las religiones mundiales[10]. En la última sección, al confrontarse con el mundo moderno, dice que hay que prestar "una cierta atención también a otros movimientos o estilos de vida alternativos contemporáneos que prometen la salvación a sus seguidores" (I, 29), como el New Age. Reconoce que, respecto a la condición de la humanidad, existe actualmente un pluralismo cultural e intelectual. La situación concreta está llena de ambigüedades. "Hay, por ejemplo, en cada individuo, por una parte, un deseo de vida, imposible de erradicar, y, por otra, la experiencia del límite, de la insatisfacción, del fracaso y del sufrimiento" (I, 31). Por un lado, un inmenso progreso científico tecnológico, etc.; por otro, muchas catástrofes, opresión y explotación de víctimas indefensas. Constata que el optimismo sin nubes sobre el progreso general mediante la tecnología ha ido perdiendo terreno. "Y es en el contexto contemporáneo de difusa injusticia y de falta de esperanza en el que la doctrina de la redención tiene que ser presentada hoy" (I, 31).




[1]  Cf. III, 15.
[2]  "Por último, sería necesario prestar una cierta atención al debate intracristiano sobre la redención y especialmente a la cuestión de cómo el sufrimiento y la muerte de Cristo están en conexión con la consecución de la redención del mundo. La importancia de esta cuestión ha crecido hoy en muchos ambientes por la percepción de la inadecuación -o, por lo menos, por la percepción de la apertura a serios y peligrosos malentendidos- de ciertos modos tradicionales de entender la obra redentora de Cristo en términos de compensación o castigo por nuestros pecados" (I, 40).
[3] (Situación actual). Cómo la redención ilumina la condición humana.
[4] Título: Afinidad con las religiones mundiales.
[5] Título: La doctrina de la redención y el mundo moderno.
[6] Cf. III, 19s.
[7] Cf. I, 30.
[8] Cf. I, 32.
[9] Cf. IV, 32.36.
[10] I, 17-28.