07 de mayo de 2017. Evangelio según San Juan 10, 1-10.
Jesús dijo a los fariseos: “Les aseguro que el que no
entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es
un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las
ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas
por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de
ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un
extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”. Jesús les hizo esta
comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. Entonces
prosiguió: “Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que
han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han
escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y
salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y
destruir. Pero Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en
abundancia”.
Jesús
es el Buen Pastor, que resucitado, ha fundado, por su pasión y su cruz, el
rebaño y redil de su Iglesia. Esta comparación es comprendida en el mundo
pastoril de aquella época. Los pastores solían poner sus rebaños en un mismo
corral. Las ovejas de cada uno, al reconocer la voz de su propio pastor,
respondían obedeciendo a su llamado, y al salir por la puerta del corral, lo
seguían para ir a ser llevadas a comer y pastar donde su pastor proveyera.
Jesús se aplica a sí mismo esta comparación, oponiéndose al ministerio de los
fariseos que lo oían. Las ovejas no han reconocido la voz de los falsos
pastores, y solamente han sabido reconocer por el sentido de la fe, a la voz de
Jesús que es el auténtico pastor. Lobos disfrazados de ovejas y falsos pastores
han existido en todos los tiempos; por ello es que Dios mismo ha dotado a las
ovejas ese sentido de la fe, que proviene de una unción espiritual, es decir
que es el Espíritu Santo mismo el que les permite tener un olfato especial para
poder reconocer a los auténticos pastores, que sirven al rebaño antes que a sí
mismos, como hacen los falsos pastores, que solo se sirven del rebaño para
ellos mismos. Por cierto que además los auténticos pastores son aquellos que
saben defender la verdad, que es y que proviene de Cristo; y que no hacen
componendas con el mundo, que está bajo la éjida de Satanás, ya que solo sirve
al pecado. Es decir que no puede darse una demagogia en los verdaderos pastores,
sino más bien todo lo contrario, ninguna concesión con el mundo, que por estar
metido en el pecado tiene criterios opuestos a los de Cristo y su Evangelio.
También nos dice Jesús, que Él es la puerta de las ovejas. Es verdad, la
entrada al Reino de Dios siempre pasa por Él. Incluso parece que en el libro de
los Hechos de los Apóstoles se habla de un bautismo que se hacía solamente en
el nombre de Jesús. Claro que tendría los mismos efectos que el Bautismo que se
hace en el nombre de la Santísima Trinidad. Es decir que para alcanzar la
salvación y entrar a formar parte de la Iglesia, el bautismo es un quedar
consagrados a Jesús y a La Trinidad Bienaventurada. El pecado de Adán nos había
esclavizado al demonio, en cambio ahora es borrado el pecado y quedamos
dedicados a Dios. De tal manera que el rebaño debe seguir siempre a Jesús y a
su manera de vivir. La vida cristiana será un amar lo que Él amó y un odiar lo
que Él odió. El bautismo es una renuncia al pecado y una afirmación de la vida
virtuosa, colmo la que tuvo Cristo. Por eso San Pedro nos dice, que Cristo fue
constituido Señor y Mesías por su resurrección, y se congratula porque ve que
los cristianos, a los que les escribe su carta, son capaces de pasar por los
mismos sufrimientos que padeció Cristo. Teniendo en cuenta que el fin es la
vida eterna y la gloria que Dios nos ha de dar, vale la pena seguir siempre a
Cristo Buen Pastor y Puerta del rebaño.
Pbro. José Augusto D´Andrea
Capellán Castrense