En
la Residencia Universitaria San José se está llevando a cabo un "Taller
sobre vida cristiana y trabajo intelectual" preparado para los
estudiantes. Se reproduce a continuación la traducción del francés de la Tercera
parte del material que se está usando. (traducción libre del Padre Oscar Naef)
Principios
de metodología para el estudiante cristiano
Dr. Pascual
Ide
Le Sarment
– Fayard
Junio, 1989
CAPÍTULO 3
LAS CONDICIONES
EMOCIONALES DEL TRABAJO INTELECTUAL
1- Encontrar motivación
Encontrar personas con interés: eso y sólo eso te llevará
lejos.
El primer medio consiste en disponer concretamente tus
motivaciones antes de trabajar (esto es un consejo de Jesús: Lucas 14, 28).
Un segundo medio reside en la actitud física.
Finalmente, ¿qué hacer frente al desaliento (véase también,
más adelante, las heridas causadas por el trabajo intelectual en las cuales se
arraiga a veces)?
1.1- ¿Cuál es tu deseo?
Hay en nosotros un deseo natural de conocer la verdad: no lo
obstruyas, no entres ya desalentado en un curso.
Como los niños (Cf. Marc 10,13 s), busca admirarte con lo
que conoces: eso abre el corazón y la inteligencia.
Pide este corazón de fuego al Espíritu Santo (Juan 7, 35;
Luc 22, 15). "Entusiasta" quiere decir llevado por Dios. El don de
ciencia (Cf. Isaías 11, 2) hace amar la creación.
En resumen, ama tus estudios: es uno de los más seguros
medios para el éxito.
1.2- ¿Cuáles son tus motivaciones?[1]
1.2.1- Estas razones deben ser:
- ni generales y ni confusas sino precisas;
- positivas; no digas solamente: "elegí eso ya que es
la única cosa que quedaba";
- dinamizantes (Cf. Capítulo 1: "¿Por qué trabajas
tú?");
- concretas;
- materiales, pero también espirituales: si Dios, en su
Providencia, cuenta tus cabellos, ¿cómo podría él desinteresarse de tus
estudios? (cf. Mateo 7, 25-34)
1.2.2- No dudes en pedir al Espíritu Santo ver con claridad
el ámbito y los límites de una elección profesional, antes de entrar en la vida
universitaria, en la víspera de optar por tal o cual especialización.
1.2.3- En el discernimiento busca la ayuda de personas
competentes, o incluso, cuando convenga, de un orientador vocacional u otro
profesional.
1.2.4- Repite a menudo las razones por las cuales
emprendiste este trabajo:
- Se tiende, en general, a perder de vista la finalidad en
la tarea cotidiana, muchas veces invadida por estudio.
Toma altura reconsiderando tus motivaciones: eso estimula.
Por ejemplo, un estudiante de medicina preparando la concurrencia puede
repetirse varias veces al día: "todo eso es necesario si un día quiero
sanar y salvar enfermos".
- Por otra parte, meditar con tus finalidades es un acto de
libertad, ya que "la verdad libera" (Juan 8, 32). Pregúntate antes de
actuar: "¿por qué hago eso?" y aprovechan para consolidar de ese modo
tus motivaciones y, por ese camino, tu libertad.
1.2.5- No descuides tampoco las motivaciones sensibles: tras
conseguir un buen resultado, aprende a concederte una tarde de descanso; la
distensión es una recompensa. Has lo mismo si te has adelantado en el horario
programado o si has concluido por anticipado un buen trabajo.
1.3- La actitud física es una ayuda apreciable
Que tu actitud física muestre tu determinación de trabajar y
desaliente las eternas mariposas que, en las bibliotecas o en la casa, parecen
encargadas de hacerte perder tu tiempo.
Se tiene menos deseo de molestar a una persona que con
determinación está sentada en un escritorio bien organizada, y concentrada
sobre su ejercitación, que una persona recostada sobre un sofá, en tren de
fumar y leyendo su material de estudio como si ella leyera un Diario.
1.4- El problema del desaliento[2]
1.4.1 - El desaliento es una realidad muy frecuente.
Pues, no te asombre que te suceda en algún momento. Lo que
no significa en absoluto que eso sea ineludible o significativo. Al contrario.
1.4.2 - Diagnóstico: a menudo, se debe a objeciones que tú
pones contra tu propio trabajo: "no llegaré nunca, y luego, eso no es para
mí".
1.4.3 - Remedio
- O bien aún estas a tiempo de reconsiderar tu opción (al
principio del año, o incluso antes del principio del año): no te agobies, sino
reacciona cuidadosamente. Ayúdate con la opinión de personas competentes (ya
que a menudo se adormece el juicio sano) y deposita en ellas tu confianza. Como
sucede habitualmente con los demás casos, te darás cuenta de que se trata de un
temor infundado de último momento.
- O bien ya no puedes regresar en el camino iniciado: Sigue
los estudios emprendidos, al menos hasta el final del año, fecha en la cual
puedes reconsiderar el camino que debes seguir.
Pero en el momento, ¿cómo combatir el desaliento?
Si es momentáneo: recurre a Dios (muchos salmos son muy
cercanos al problema que vives: Salm 22, Salm 59, Salm 121, Salm 129, y otros),
apóyate en la oración de tus más cercanos, asume esa prueba como una pequeña
cruz que debe llevarse: ella te vuelve más discípulo del Cristo (véase Marc 8,
34).
Si es persistente y te inhibe: habla con tus amigos (el
Enemigo odia la luz y gusta mejor que guardaban para ustedes los problemas que
los corroen).
Llega hasta escribir en la oración, sobre una hoja dividida
en dos verticalmente, tus razones habituales de desaliento; luego ponen en la
otra columna las razones (dadas por tus amigos, y las que la oración te
inspiró) que destruyen tus motivos de abandono.
Entonces, en los días de nuevas tentaciones, retoma esta
hoja y, "armado de la espada de la palabra" (Efesios 6, 17),
rechazarás victoriosamente los ataques del Malvado.
1.4.4 – Finalmente, hay una causa que no debes ignorar y que
es remediable: la ciclotimia (véase más adelante).
2.- Ten un corazón abierto
2.1- Arrancan de tu corazón:
2.1.1- La tristeza, "harto y cansado", el miedo de
los exámenes o de la cursada: todo esto te cierra sobre vos mismo y es fermento
negativo, tanto, en tu corazón como en tu inteligencia.
2.1.2- El espíritu crítico
a– Lo habitual: es una tradición en el alumno de secundaria
y en el estudiante universitario burlarse y caricaturizar al profesor. Incluso
aquellos estudiantes que no lo desean, se dejan rápidamente implicar: en primer
lugar, no es agradable; luego, la crítica se vuelve cada vez más ácida y concreta,
para transformarse a veces en verdadero “pase de factura”.
b- Esto no es cristiano.
- El cristiano es el hombre de la unidad (Efesios 2, 14-16).
El hombre del perdón y la reconciliación (Romanos 12, 17-21).
- ¿Deseas interiormente que tu profesor se salve? ¿O sólo te
lo imaginas? ¿Crees tú que Dios puede transformarlo, abrirlo a sus estudiantes,
hacer que se dé cuenta de que a veces nadie puede entenderlo? ¿E incluso, crees
que el Señor puede provocar la posibilidad de hablar con él, y esto en un clima
de respeto y caridad?
- Además, la actitud de apertura y simpatía dilata el
corazón y vuelve tu inteligencia más apta para comprender aquello que dice el
profesor cosa que no acontece con la crítica sistemática. ¡De hecho, hay algo
de bueno en todos (Baden Powell hablaba de un mínimo del 5% de bueno en cada
persona! Estimación, sin duda, ¡subvaluada!) y descubrirán en él cualidades
insospechadas.
- Esta actitud no excluye de ninguna manera tu juicio
crítico; pero debe ser objetivo, sin pasión y debe negarse a condenar la
persona en bloque y sin apelar a confundirlo con lo que él dice.
2.2- Planta en tu corazón el amor[3]
2.2.1- Del profesor: a veces necesitaras mucha oración y
aprovecharte del sacramento de la reconciliación para pedir perdón de tus
faltas de caridad.
2.2.2- De la materia que debes estudiar: Dios creó toda la
naturaleza, como lo hemos visto en el capítulo 1.
2.2.3- El amor a tus colegas de trabajo
- No los juzgues, ámalos: no solamente no haciéndoles mal
(lo cual no está aún de la caridad); más bien ayúdalos efectivamente (Cf. I
Corintios 13, 4-7). No te inquietes, no pierdes jamás dándote a los demás (con
la condición, por supuesto de ser prudente y de respetar tu empleo del tiempo).
Es ese uno de los mejores testimonios que puedes ofrecer.
- Pero, dirás, ¿en el caso de concursar una vacante cuando
el número de lugares es limitado, es necesario aún reaccionar así? Sí, ya que
tu lugar depende de tu trabajo realizado. Entonces no digas: "conseguiré
el lugar si otro falla" (esto es el espíritu típicamente de competencia);
más bien di: "Triunfaré y el otro igualmente si Dios quiere también darle
el éxito; pero no me corresponde decidir a mí; yo voy a ayudarlo".
2.3- Prepara tu corazón para la vida de estudiante[4]
2.3.1- ¿Por qué?
Porque hay una gran diferencia entre el colegio y la
universidad. En la facultad, en efecto:
- el nivel de la enseñanza es más elevado; exige una nueva
competencia y a menudo más estricta; los cursos ya no están programados a
medida, sino que demandan de iniciativa e investigación personal.
- los exámenes se encuentran más separados en el tiempo; tus
éxitos al principio podrán ser varias veces mediocres ya que aún no habrás
concluido tu adaptación. En esos momentos correrás el riesgo de perder
confianza en tu mismo; y a veces tus padres se asombrarán de que después de un
colegio brillante, haya un descenso de tus resultados. Ahora bien, eso se
explica fácilmente y se corrige fácilmente.
- la vida es más libre, pero esta libertad es un regalo
envenenado ya que no sabrás en general administrarla bien: por ejemplo, ignoras
cómo organizar tu horario en largos períodos.
2.3.2- ¿Cómo?
- Primero, ten cuidado, conoce las diferencias, enséñales a
tus padres. El impacto será menos severo.
- La importancia de la motivación se vuelve trascendente
porque estás menos supervisado. La competencia de personas mejor motivadas te
desanimará; porque, cuanto antes sepas cuáles son tus orientaciones, más pronto
te prepararás y mucho más afiladas funcionarán tus herramientas de trabajo
intelectual.
- Aplica a fondo y con prontitud la metodología de trabajo:
"No sirve de nada correr, es necesario partir a tiempo".
- Ten a alguien que te conozca bien y que pueda acompañarte
en tus primeros pasos en la vida universitaria: podrás confiarle tus miedos y
tus contrariedades legítimas; él te calmará.
3- Estar atento en tu trabajo
3.1- Necesidad de la atención
La atención es la condición esencial para la eficacia de la
inteligencia, el seguimiento de los cursos y más aún para la memorización.
Ten confianza: todo el mundo tiene atención. Observa, por ejemplo,
que te concentras sin esfuerzo en aquello que te interesa. "es
normal", ¡Dirás tú! Sin dudas, pero esto muestra que puedes estar atento y
notar cuán importante es la motivación.
Pero de ahora en adelante, se claro y exigente. No toleres
más la distracción en tus estudios: es esa una muy mala práctica. El trabajo es
un acto consciente y de ninguna manera mecánico. Verás, por ejemplo, que
"machacar" no es aprender.
3.2- La atención, ¿qué es?
Es un esfuerzo voluntario por el cual se fijan tus
facultades mentales sobre un objeto de estudio. La concentración es
primordialmente asunto de voluntad (esto es lo que todo el mundo se suministra)
y no de inteligencia.
Existe dos clases: la atención inmediata que es de la cual
tienes necesidad todos los días; no la confundas con la atención mediata y
prolongada que debes precisamente desarrollar. Todos la poseen, pero se usa de
manera muy diversas.
En realidad, para ser rigurosos: la concentración es una forma
superior de atención y el estudiante especialmente necesita concentración.
3.3- ¿Cómo puedes concentrarte?
Todo el problema consiste en realidad en impedir la
irrupción de pensamientos exteriores, de construir una barricada en torno a tu
trabajo.
El secreto de la atención se oculta pues en las condiciones
materiales, emocionales, intelectuales y espirituales (Cf. Capítulos 2 a 4). Lo
resumimos en pocas palabras:
a- Elije un marco propicio para tu trabajo, y elimina todas
las causas materiales de distracción e interrupción (es necesario llegar, a
veces, hasta desconectar el teléfono).
b– Cuida el buen estado físico: el cansancio es el peor
enemigo de la atención. Rechazan el exceso de café, tabaco, y medicamentos
estimulantes. Recupérate con una buena ducha o pasándote agua sobre la cara
cuando te sietes "embotado". Bebe como mínimo un litro y medio de
agua al día.
c– Mantén la motivación y el interés. Aumenta tu interés
inmediato por el curso o la obra que debes trabajar.
Para eso:
- interrógate sobre el escritor y sus intenciones;
- lee la introducción y el índice;
- recuerda tus fines y objetivos: ¿qué ventajas, qué interés
tienes por estudiar, por tu vida profesional o familiar, futura o incluso
presente?
d- Asegúrate de poseer los conocimientos de base
indispensables para enfrentar el estudio. Ya que, si el espíritu tiene
dificultades para comprender (las ideas, la secuencia, el vocabulario), se
evade rápidamente.
- Pon en conexión la obra o el curso con los conocimientos
que ya posees (Cf- Cap. 6): no llegaras a conocer lo que ignoras, sino sólo a
partir de lo que conoces.
- No dejes nunca pasar una palabra, no solamente desconocida
sino mal conocida. Pon tu amor propio y tu pereza en estera.
- Eventualmente, revisa y lee algunos capítulos de libros
introductorios más fáciles: esto no es nunca tiempo perdido.
- Pide a tus amigos o a tus profesores que te aconsejen.
Todos los que aprenden pasan por etapas similares, ya sea que lo hagan más o
menos rápidamente.
e- Finalmente, no olvides la oración: ella es la defensa contra
la distracción, así lo hemos comprobado.
3.4- ¿Cómo remediar los defectos de concentración?[5]
Al comienzo, examina, sistemática y metódicamente las causas
favorables a la atención que acaban de enumerarse. Practícalas con paciencia,
honradez y con oración.
Frecuentemente se peca por defecto en la aplicación de una o
varias de estas condiciones.
3.4.1- A continuación, no dudes en ayudarte con ejercicios[6]
a - He aquí algunos muy eficaces:
- Aprende a representarte mentalmente (los ojos cerrados) y
con claridad un objeto observado durante treinta segundos.
- Represéntate la cara de una persona a quien conoces hasta
que esté nítido.
- Baja progresivamente el volumen de la radio hasta que no entiendas
ya nada. Hazlo al menos en tres minutos. Practica en primer lugar en silencio,
luego con un ruido de fondo.
- Oblígate durante tres a cinco minutos a no dedicarte más
que a un solo objeto. Luego hazlo en secuencia para dos o tres temas diferentes.
b - Observación general: estos ejercicios no son simples,
deben repetirse al menos tres veces por semana. No te desalientes: los
resultados serán espectaculares.
3.4.2- Finalmente si la causa no desaparece claramente o si
el remedio no produce el efecto esperado, ayúdate con tus amigos.
A - Habla de tus problemas y expone tus dudas a alguno ya
experimentado.
B - Analiza bien con ellos tus motivos más frecuentes de
distracción, y hazlo con sinceridad. Es a menudo revelador y, luego, el
tratamiento aparece por sí solo.
Por ejemplo:
- Sueñas con vacaciones o un CD: prométetelo como obsequio
para después de los exámenes si has alcanzado buenos logros, y no pienses más
en ello. Los amigos que te rodean te ayudarán a mantener tus decisiones. Por lo
tanto, convierte el motivo de distracción en una recompensa que luego te
movilice para el trabajo.
- Tienes una llamada telefónica pendiente o alguna cosa que
no quieres olvidar. Escríbelas en una hoja que quede a tu lado sin distraerte. Y,
ya no hay necesidad de seguir pensando en eso.
4- Sé sincero contigo mismo
4.1- ¿Por qué?
Conoces bien tus defectos, a veces sientes que estás
perdiendo el tiempo en un tema en particular o que lo que estás haciendo, lo
estás haciendo mal. Sin embargo, no cambias tu actitud, y muchas veces por
falta de diligencia y seguridad.
Ten en cuenta que tu peor enemigo eres vos mismo. San Felipe
Neri a menudo repetía esta oración que no le falta algo de humor: "Señor,
¡desconfía de Felipe!"
4.2- ¿Cómo estar en la verdad?[7]
A - Primero, cuando sientes falta de claridad en ti:
- Saber cómo detenerse y analizar tus "tensiones"
internas. No huyas: esto es "estar en la verdad".
- Cuando reces, presta atención a los
"movimientos", a las inspiraciones que te llegan, a menos que,
obviamente, te distraigas de tu trabajo o te dispersen en tu organización.
"Prueba todo, guarda lo que está bien".
Nunca te sientas tan sumergido en tu trabajo que ya no
puedas estar atento a Jesús y a los demás.
- Siempre mantente flexible con respecto a los principios
que se dan aquí: adáptalos a tu ritmo personal, a las exigencias de tu vida y a
la materia que estas estudiando.
- Saber cómo escuchar el consejo de tus amigos: generalmente
hay algo de bueno en aquello que opinan ya que tienen más perspectiva de
análisis que vos para comparase con tu trabajo.
¡Allí aún, el amor propio debe resistirse!
B - Y si observan alguna cosa que hace ruido en tus métodos[8]:
- Busca en la causa: releen los consejos de este manual (a
menudo se cree saber todo, pero hay puntos importantes que se olvidan y que son
la causa de la desorientación).
- Y, sobre todo, toma firmes resoluciones: educa tu
voluntad, pide la renovación del don de la fortaleza en ti (es un don del
Espíritu Santo). Ver, en la realización de un trabajo bien hecho y terminado a
tiempo, un signo muy concreto de tu amor a Dios: porque el amor es la más
fuerte de las motivaciones.
4.3- El problema de la ciclotimia
4.3.1- ¿Qué es esto?
La ciclotimia se caracteriza por dos cosas: primero una
alternancia entre un estado de euforia y excitación acompañado de una actividad
hiperintelectual, y por otro lado un estado de depresión y apatía: cada gesto
cuenta infinitamente, especialmente en los estudios.
Su aparición es relativamente regular y rítmica y afecta
particularmente a las chicas jóvenes con regularidad.
Se comprende el inconveniente de tal estado: no es bueno que
en el período de revisión o en el de examen caigas en el período de sombra.
4.3.2- Diagnóstico: ¿cómo reconocerlo?[9]
A - En primer lugar, por la alternancia, la sucesión de
estos dos estados; éstos son más o menos profundamente marcados de acuerdo con
las personas.
B - Esta alternancia es regular (por ejemplo, quince días,
pero puede durar hasta seis meses).
C- Pero no lo confundas con el desánimo transitorio y
generalmente explicable (fin de vacaciones, partida de un amigo...).
D - Y no vas a imaginar que este estado es frecuente.
4.3.3- Tratamiento: ¿cómo solucionarlo?[10]
A – Lleva un registro de tus períodos para apreciar el
ritmo.
B - Si te das cuenta de que es un momento importante
(revisión, examen, entrevista profesional, oral ...) y ocurre en un período de
depresión, recurre a lo siguiente:
- Deporte, gimnasia, estimulan al organismo.
- Cambia las ideas: distráete, aumentan tu tiempo de
distensión.
- Relájate.
- Confía y reza.
C- Y sobre todo no creas que la ciclotimia sea un estado
ineludible:
- Si tus estados de depresión y excitación son difíciles y
profundizados a menudo por tu ambiente, consulta a un psicólogo o a un médico:
eso no quiere decir que estás enfermos, sino ellos podrán aconsejarte e
indicarte algunos buenos medios de relajación.
- Si tus cambios de humor no son dramáticos, la oración
(personal y de otros) es uno de los mejores remedios; ¡la alabanza (en la fe)
es un anti depresivo garantizado como efecto secundario!
5- El problema de las heridas causadas por el trabajo
Ellas crean angustia ante los estudios y los exámenes, una
inhibición, y finalmente un abandono. Se deben: o a una acumulación de malas
notas, o a la acumulación de un retraso impresionante, o a la certeza de que
has hecho un falso camino y que tu vocación no está allí, o finalmente a una
angustia insuperable vinculada a la preparación de los exámenes, o a una falta
de confianza en ti mismo.
5.1- Acumulación de malas notas
En primer lugar, hay que decir que las malas notas no son
una señal de mala inteligencia. Existe también bien otras causas de las cuales
depende el éxito (buena memoria, buenos métodos, la oportunidad...).
Además, cuando tienes una buena calificación, sabes que no
eres más inteligente; también razona de la misma manera si la calificación es
más pobre.
5.1.1- Por otra parte, a menudo son la señal de un mal método
de trabajo. Y tal es, precisamente, el objetivo de este libro. Aplica los
consejos con perseverancia: es necesario un mes como mínimo para instrumentar
un buen método. Incluso la comprensión de los cursos, y la memorización son muy
perfectibles con un método adecuado. Y no olvides que la oración
sorprendentemente desata los nudos de las inteligencias.
5.1.2- Y a veces, es bueno para su humildad: no es grave
perder una batalla (tener una mala nota), lo importante es ganar la guerra
(superar el examen final o pasar al año siguiente).
5.1.3- Recuerda lo que se dijo sobre el dolor
inevitablemente relacionado con el trabajo: tradúcelo en cristiano, es decir,
en alegría, acción de gracias a Dios por hacerte crecer en la fe, en lugar de
refunfuñar contra él.
¡No vayas, pues, a buscar otros medios de santificación más
que tus estudios! La santidad, es hacer tu deber de estado, decía a San Juan
Bautista de la Salle.
5.1.4- Es también una experiencia de tu finitud: te hace
madurar y te enseña a reaccionar como adulto ante las dificultades de la vida.
5.1.5- Y luego, apóyate en tus amigos. Invoca al Espíritu
Santo en uno de sus nombres: Dios de todo Consuelo. Ruega a Marie, causa de
nuestra alegría y consuelo de los afligidos.
5.2- Acumulación de un retraso enorme
Allí, toda la solución reside en la buena organización de tu
planificación, y un sano equilibrio de vida.
¡Pero atención! Bajo pretexto de recuperar tu retraso, no
resientas tu tiempo de sueño y de oración: son imprescindibles, así como
también el mínimo vital de distensión: el arco demasiado tenso se rompe tarde o
temprano, y a menudo sin que te des cuenta, la eficiencia intelectual disminuye
después de un número de horas (sin hablar a largo plazo, cuando llegas agotado
al día del examen cuando deberías estar en pleno uso de tus facultades).
5.3- Falsa vocación[11]
Los consejos de un amigo competente o de un orientador
vocacional son imprescindibles para saber si se trata de una impresión real o
de una tentación que te desvía de tus obligaciones.
5.4- Angustia insuperable vinculada al examen
5.4.1- Primero están los remedios sintomáticos:
- La oración de alabanza (los Salmos): se fiel a su práctica
antes de tu horario de trabajo, sobre todo cuando los exámenes están encima.
- Pide al Espíritu Santo la alegría mientras que todo el
mundo está apremiado por alcanzar un máximo: es uno de los más fuertes
testimonios.
- Recuerda que Dios tiene previsto un lugar para ti.
- Relee a Mateo 6, 25-35 y Lucas 12, 32.
- Confía en Nuestra Señora del Santo Abandono
- Evita a los amigos con pánico que tienen la capacidad de
enviarte miedo al hacerte creer que tienen un retraso catastrófico que nunca
alcanzarán a superar. También, a veces, son puras tácticas para desanimarte. O
su propósito más o menos consciente es transferirte sus miedos y así
descargarse sobre ti: adquiere seguridad desestabilizándote.
5.4.2- Si la angustia persiste, es necesario un tratamiento
de fondo:
A menudo la causa es: o un temperamento hyper-escrupuloso, o
una falta de confianza en sí mismo.
No olvide, también, la oración después del trabajo y un buen
horario de empleo del tiempo; desconfía del perfeccionismo (cf. Lo que ya se
dijo).
5.5- Te crees estúpido!
Sea que te lo hayan dicho abiertamente o a medias, o sea que
has repetido un curso, o has tenido repetidos y rotundos fracasos. Ahí la causa
es más profunda: es falta de autoconfianza, de autoestima.
El remedio es largo y espiritual[12]:
- Antes que nada, comprende que Dios te ama tal como eres:
acepta la mirada tierna que Jesús pone sobre ti y tu mente. Luego, acepta que
te enseñe a amarte a ti mismo. A veces, las causas más profundas se te
revelarán en la oración o el diálogo. El discernimiento de un padre espiritual
puede ser muy útil.
- La Eucaristía y la adoración son, por excelencia, los
medios de curación en los que aprenderás, poco a poco, a que Jesús entre en tu
vida, en ti mismo y con delicadeza, curará cada una de tus heridas.
- Solo entonces te darás cuenta de que no eres más estúpido
que otros, y que tienes tus posibilidades de éxito. Previamente, obsesionado
por tus dolorosos fracasos, no pudiste desplegar todas tus facultades
intelectuales y tu memoria, aunque estuvieran allí (pero ocultas).
- Pero antes que la curación termine, por supuesto no
retrases la aplicación de los métodos de trabajo: cuando es demasiado difícil y
te asalta el desaliento, contempla a Jesús en la cruz.
[1]
Simone Weil (obra citada) “Este es el rol del deseo en el estudio que permite
hacer una preparación a la vida espiritual”.
[2] San
Bernardino de Siena. “Lo que hace desafortunado a un joven estudiante, no es
tanto una memoria defectuosa como una voluntad débil. Pero la voluntad se forja
al fuego de la gracia de Dios y se templa en el contacto con las grandes ideas
y grandes ejemplos”.
[3]
Santo Tomás de Aquino. “Nadie, sin importar cuán sabio sea, debe rechazar la
doctrina de otro, por pequeño que sea”.
[4]
Filipenses 2, 13. Considera, con toda humildad, el otro superior a ti.
[5] Sertillange
(obra citada) “Nadie es infalible; pero el alumno lo es mucho menos que el
maestro”
[6] Sertillange
(obra citada) “Deja que cada tarea te lleve el corazón, como si fuera la única.
Este es el secreto de Napoleón; es que, de todos los grandes trabajadores, los
genios mismos, solo fueron grandes por la aplicación de todas sus fuerzas en el
punto donde habían decidido dar lo mejor de sí”.
[7] Sertillange
(obra citada) “Pero una cosa es aún más importante, es someternos, al mismo
tiempo tanto a la disciplina de trabajo, como a la disciplina de la verdad”.
[8] Sertillange
(obra citada) “Tener así, en momentos de depresión intelectual o espiritual,
tus autores favoritos, sus páginas preferidas, tenerlos a mano, siempre listos
para infundir su buena savia, es un recurso inmenso”.
[9]
Juan Pablo II “Quien demasiado abarcaba poco aprieta. No pretendas ser el
primero si eso no es para ti: Trabajaré con todo mi corazón y estaré contento
de ser cuarto o quinto”.
[10] Sertillange
(obra citada) “Que tu levantarte sea puntual, exacto... huye de las
conversaciones vanas, las visitas inútiles; deja de lado los periódicos ...
Aquí está la salvaguardia de toda la vida de estudio”.
[11]
Santo Tomás de Aquino. “No fuerces los talentos que has recibido de Dios y no
intentes penetrar lo que siempre estará por encima de tu inteligencia”.
[12] Santo
Tomás de Aquino. “Una única cosa tranquiliza verdaderamente: la alegría.
Intentar distraerse del aburrimiento es solo un engaño”.